«El hermano pequeño del turismo vacacional”

 

Todos conocemos la buena posición que ha adquirido Cantabria, sobre todo en el ámbito nacional, en lo referente al turismo de sol y playa; al turismo gastronómico; el turismo de ocio y aventura; e incluso el turismo cultural, con el reciente estreno de la película de Altamira y el nuevo escenario de rodaje para la película de Heidi. Más allá del debate sobre posibles localizaciones de ofertas culturales como el MUPAC.

Pero nos estamos dejando en el tintero una tipología de turismo que forma parte de este que mencionamos y al que haremos referencia. Hablamos del turismo de negocios. ¿Le hemos hecho un hueco en nuestra tierra a esta tipología? ¿Por qué no forma parte de nuestras conversaciones? ¿Sabemos que se trata de una industria? pero no una industria sin más ¿sabemos que hablamos de una industria  generadora de riqueza?

Debemos analizar todos los ámbitos que engloba el turismo de eventos y congresos, un sector del que muchos hablan, pero pocos conocen. Además, de tratarse de un sector que ayuda a construir destino, favorece y posiciona a las ciudades como referentes de un turismo posterior.

Ha llegado el momento de que dejemos demostrar lo que el turismo de negocios puede hacer por Cantabria: desestacionalizar el turismo, generar actividad económica y convertirse en un fenómeno industrial enriquecedor de ciudades. Se trata de una modalidad de acogida de visitantes valiosa por sí misma, pero que también funciona como un escaparate.

Para que este fenómeno ocurra, dejemos paso a los profesionales que están contribuyendo al posicionamiento de Cantabria y que la colocan en el punto de mira de este turismo MICE por su experiencia y buen hacer.  Un sector que todavía no tiene ni la visibilidad, ni el reconocimiento que se merece.

Ya sea una ciudad grande o pequeña, la celebración de un evento es una fuente generadora de beneficios económicos, directos, indirectos e inducidos que afectan a múltiples agentes y generan un impacto económico y de riqueza para la región.

Por esto, debemos hacer de nuestro destino, un destino referente. Nuestras propuestas deben ser más innovadoras, sostenibles y experienciales. Porque más allá de alquilar un auditorio, una sala, una habitación,… debemos hacer el esfuerzo para que cada momento sea único.

De esta manera, ayudaremos a la mejora de nuestra competitividad económica, a intensificar la capacitación, sensibilización y cooperación en los ámbitos públicos y privados y a impulsar la mejora de la conectividad.

Por tanto, apostemos por este sector. Hagamos una promoción adecuada desde los centros de decisión de nuestro destino, como pueda ser en ferias de nivel internacional tipo EIBTM o IMEX entre otras.

No olvidemos que hablamos de una industria en la que cada uno de los asistentes a este tipo de actividades se gasta una media de 613 euros; destinando el 50% a la inscripción y el resto por al viaje y alojamiento. Además, emplea aproximadamente 87,34 euros en gastos diarios.

Para ello, en la capital contamos con buenas instalaciones para la organización de eventos, como elemento dinamizador que multiplica la demanda de servicios, genera empleo e incrementa la economía en múltiples ámbitos de la ciudad. Tanto el Palacio de la Magdalena, el Palacio de Festivales, el Palacio de Congresos o los recintos feriales son espacios singulares que ofrece la ciudad. Aunque todavía, queda trabajo que hacer. Al igual que debemos hacer un esfuerzo en mejorar los servicios tecnológicos y técnicos que aportarán un valor añadido a nuestra oferta.

Es cierto que nos quedan asuntos por rematar, como la mejora de la conectividad entre ciudades, al menos entre las principales, tanto por transporte aéreo como ferroviario.

En este momento estamos compitiendo con otras ciudades en inferioridad de condiciones, no por su oferta general, ya que somos un destino con suficientes elementos de valor añadido, si no, porque hay un elemento integrador del destino como es el transporte, que se ha convertido en un factor fundamental en la decisión final del cliente.

No perdamos oportunidades de negocio para nuestro entorno, busquemos soluciones económicas para la ciudad a través de la organización de eventos, para la sociedad en general y siempre con la colaboración de los profesionales, que a través de la experiencia pueden aportar un valor añadido diferenciador. Un sector que contribuye a la riqueza de su entorno.

En definitiva, todo ese turismo de sol y playa, gastronómico y cultural del que hablábamos al comienzo no es excluyente, sino que es integrante del turismo de negocios que reivindicamos, y, además, forma parte de su programa social.

Un hermano pequeño que ya ha crecido, es adulto y tiene responsabilidades. Y que, además, es capaz de lograr unos objetivos bien conocidos. El turismo de reuniones, eventos y congresos ayuda a la desestacionalización y actúa como prescriptor de un turismo vacacional posterior. Démosle la oportunidad que se merece.

Luis Gandiaga Cos

Presidente de OPCE Cantabria y Secretario General de la federación nacional OPC España.